miércoles, 14 de diciembre de 2011

El problema de la INSEGURIDAD

La inseguridad en sí no es un problema, es una sensación, un estado del espíritu, es la falta de paz, la inquietud que nos provoca no poder prever qué pasará mañana.
En este lugar, la insegruidad toma diferentes caras, una de ellas, la más conocida, es la que se presenta en la mente de aquellxs, que a fuerza de informativos, están a cada momento esperando ser víctimas de la próxima rapiña, y que enfermos de esta paranoia gastan fortunas en el gran negocio de la (in)seguridad (rejas, alarmas, circuitos cerrados, etc.) y hasta son capaces de matar a su propia hija. Pero no hablemos de esta enfermedad mental, que ya hay muchxs que hablan de ella. Vamos a hablar de una inseguridad más vital, aunque menos conocida: la que padecen aquellxs que no tienen un lugar dónde vivir.
Familias enteras viven día a día en la calle, expulsadxs del campo, gente que perdió su trabajo y no llega a pagar el alquiler, nuevas familias que necesitan un espacio dónde desarrollarse, entre otras situaciones. Muchxs, cansadxs de aguantar esta situación, deciden poner manos a la obra y solucionar este problema por sí mismxs... son muchas las casas vacías y mucha la gente sin casa, es tan absurdo como real.
Ocupar una casa abandonada o un terreno baldío, individual o colectivamente, con el deseo y la necesidad de tener un hogar, sin pedir nada a nadie, es una solución válida. ¿Qué tiene ésto de malo?
Pero hay cierta gente que no padece estas inseguridades, pero que gana plata con la gente que sí las padece. Empresarixs del negocio inmobiliario, políticxs que pagan favores con terrenos, sociedades anónimas allegadas a círculos de poder, promueven desalojos a familias de sus hogares, como pasó en Nuevo Capra, en el Remanso de Neptunia y como está pasando ahora en MARINDIA. Estas personas manejan grandes Capitales y el Estado está a su servicio. Así se han hecho leyes que penan la ocupación de un terreno para vivir en él como si fuera un delito (Ley votada en el 2007 por legisladorxs de todos los partidos), por otro lado como pasó en Neptunia, el Estado perdonó deudas a sociedades anónimas por décadas sin razón que lo justifique. Queda en claro que la okupación es un mal ejemplo y hay que detenerlo, porque el pobre sino, puede saber que la vida no siempre tiene que ser sufrida, y que las leyes que cuidan el absurdo no merecen ser respetadas.
Reivindicamos la okupación de tierras, porque reivindicamos el derecho de cada ser vivo de desarrollarse en un lugar de este planeta y no admitimos que unxs puedan tener de sobra y otrxs no tener nada, mientras la naturaleza nos ha hecho a todxs iguales.
Aborrecemos a aquellxs que ocupan terrenos para luego venderlos, perpetuando la lógica colonialista de apropiarse de la tierra como de una mercancía. A ésto oponemos la convivencia en una convivencia con la tierra que nos permita vivir en ella sin arruinarla y sin sentirnos sus dueños, sino parte de ella.
No podemos esperar nada del Estado, ya que él siempre actúa del lado de lxs ricxs y ante los constantes ataques que recibimos lxs okupantes de parte de privados o públicos, tenemos en claro que sólo la auto-organización horizontal (sin jefes ni representantes) y el apoyo mutuo podrán ejercer una fuerza capaz de defender los proyectos de vida que se ponen en marcha en cada okupación, como en la experiencia del Remanso donde la lucha colectiva frenó los procesos de desalojo. Fortalecer vínculos y demostrar al vecinx no-okupante que la okupación no es un acto en su contra sino de reivindicación de un derecho natural de todo ser.
Hoy en día, familias en Marindia Norte padecen la inseguridad de no saber si podrán seguir viviendo en las casas que hace 11 años ellxs mismxs construyeron, porque tienen un juicio de desalojo pendiendo sobre sus cabezas. En estos momentos es que la solidaridad se hace más urgente. Activar las redes de información y apoyo mutuo es vital, somos muchxs (800.000 personas okupan en Uruguay) en esta situación y vidas enteras se ponen en juego en cada desalojo.
Porque hay muchas tierras en pocas manos y que exista gente sin casa es un atentado a la inteligencia.
RESISTENCIA A LOS DESALOJOS Y SOLIDARIDAD ENTRE LXS VECINXS.

S.R.O.A (Sociedad de Resistencia de Okupantes y Afines)

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